Cambio
De pronto estaban aquí las cerezas,
aunque se me había olvidado
que había cerezas,
e hice proclamar que nunca hubo cerezas,
estaban aquí, de pronto y caras.
Cayeron ciruelas y me dieron a mí,
pero si alguien cree
que yo cambio
porque algo me caiga encima,
es que nunca le han caído cerezas.
Sólo cuando me pusieron
avellanas en los zapatos
y tuve que correr,
porque los niños querían lo de dentro,
grité pidiendo cerezas,
quise que me cayeran encima ciruelas
y cambié un poquito.