jueves, 1 de julio de 2010

No ché

Si he pecado, que me condene la Luna Vieja
a menguar en cada noche cruda de invierno,
y que no se apiade si me ve palidecer
por cada suspiro apuñalado.

Y después de orear la acción,
voces tenues acribillan el aire:
calan caricias de marfil
siete veces por bostezo,
disparan loores de sal
siete veces por sueño.

Se ahoga la almohada,
se orinan las sábanas,
se marcha la valeriana...
¡Qué arduo resulta dormir!