jueves, 6 de mayo de 2010

Qué barbarie

De repente,
su ósculo
en hastío,
su palma
en conmoción,
su vista
en mutación,
su voz
en deterioro,
su olor
en extravío,
su cielo
en el suelo,
su cama
en el jardín,
su aliento
y la impotencia,
su escague
fuera del tablero...
Su rostro se vuelve,
esputa, ahueca el ala.